La persona que vive con VIH tienda a aislarse y a evitar las relaciones sentimentales por miedo al rechazo, asumiendo que pasarán solas el resto de su vida o desechando la posibilidad de una relación con una persona de distinto estado serológico. La idea de transmitir el VIH a una pareja resulta tan aterradora que muchas personas deciden dejar de lado su vida sentimental y/o sexual.
Afortunadamente, hoy disponemos de múltiples recursos para que el riesgo de transmisión sea prácticamente nulo: desde el clásico condón a la PREP, la PEP o el mismo tratamiento antirretroviral que hace una persona sea indetectable, por lo que el VIH no debería ser un obstáculo para mantener una relación con cualquier persona.
Lo más habitual es que a una persona con el virus le asalten muchas dudas y miedos antes de iniciar una relación sentimental. Preguntas como ¿cuándo y cómo revelar mi estado serológico? ¿Cómo lo afrontará la otra persona? ¿Cuál será su reacción? ¿Me rechazará? Esto por lo general crea auténticos estados de ansiedad y la causa principal por la cual las personas con VIH evitan mantener relaciones sentimentales.
Desgraciadamente no podemos daros unas normas sobre cómo actuar, pues hay tantas posibilidades como personas. Pero si aconsejaros y deciros que desvelar el estado serológico es una decisión personal y compete a la persona seropositiva cómo y cuándo decirlo, pues debe estar preparado y seguro de ello.
Ten en cuenta que nunca sabrás como va a reaccionar la otra persona, no siempre se acierte y a veces piensas que te va a rechazar y no es así y en ocasiones puede ocurrir lo contrario, piensas que es una persona razonable y tolerante y su respuesta resulta todo lo opuesto.
El sentimiento de culpa es clave en la mayoría de los casos. La persona con VIH se siente responsable de llevar una carga y de ocultar algo a la persona que quiere, y el momento de “soltar la noticia” puede ser aterrador.
Desgraciadamente, las respuestas habituales pasan por un “eres un mentiroso”, “me lo tenías que haber dicho antes” o “no quiero saber nada de ti”. Hay personas que necesitan un tiempo para reflexionar, probablemente porque es la primera vez que se ven esa situación y nunca se la habían planteado antes, y también hay personas que comprenden la situación y que no le dan más importancia que la que realmente tiene.
Cada vez son más las personas que comprenden que vivir con VIH no es una sentencia de muerte y que se puede llevar un estilo de vida totalmente normalizado, asi como disfrutar de una sexualidad plena. Si lo piensas bien, la idea de que una persona haya podido gestionar su problemática en una experiencia de aprendizaje vital para salir reforzado positivamente, puede ser seductor para muchas personas.
De manera frecuente, las personas con VIH tienen parejas que no viven con el virus Lo que se denomina parejas serodiscondantes. Las personas en relaciones serodiscordantes se enfrentan a la misma problemática que otras parejas. Sin embargo, suele darse un pequeño conflicto de intereses: la persona seropositiva tiene miedo a contagiar a la negativa y la negativa se esfuerza en cuidar a la seropositiva. Esta situación tiende a normalizarse a medida que la pareja se acostumbra a la situación.
Pensar en el sexo como via de transmisión del VIH más que en el potencial de expresión humana y de bienestar emocional es limitar nuestro desarrollo como personas. El sexo es muy importante en una relación íntima, pero pocas parejas se sustentan únicamente de ello a largo plazo. Además, las múltiples expresiones de la sexualidad junto con los métodos de prevención nos permiten encontrar muchos espacios comunes donde sentirnos cómodos y seguros.