En contra de lo que podrías creer, la disfunción eréctil no es solo una cosa de nuestros mayores. Si eres joven y recientemente te has visto incapaz de lograr o de mantener una erección, no te pongas histérico: sí, es disfunción eréctil, pero no, no eres un caso aislado y raro.
El número de jóvenes que sufren impotencia se ha visto incrementado en las últimas décadas. Tal y como muestran diferentes estudios publicados los sujetos con disfunión eréctil menores de 40 años representan ya una cuarta parte del total de la población. De hecho, se ha convertido en un problema más severo entre los hombres jóvenes que en los mayores recibiendo mucha más atención por parte de investigadores y profesionales.
Por tanto, de aquí sacamos dos grandes conclusiones:
- No estás solo en esta lucha.
- Algo está afectando a la sexualidad, en este caso, a la masculina.
Causas y soluciones de la impotencia juvenil
No debes desesperarte, tu “juguete” no está “roto”, hay una serie de causas identificativas y de tratamientos disponibles. La mayoría de las razones que subyacen a la disfunción eréctil en menores de 40 años son más recientes y fruto de nuestra sociedad actual, que promueve un estilo de vida insano, estresante y, fundamentalmente en los jóvenes, con propensión a cierto tipo de vicios y desajustes psicógenos.
En general las causas pueden ser tanto orgánicas como psicológicas y, a menudo, una combinación de ambas. A continuación, expondremos las causas más recurrentes entre la población joven, léelas con atención y busca una posible razón a tu problema:
Consumo de drogas/tabaco y consumo de alcohol
Con frecuencia, empezamos a consumir sustancias psicoactivas siendo unos adolescentes deseosos de encajar y ser aceptados. Al final, en especial el tabaco, se convierte en un eterno vicio, el vicio de sacar el pitillo y tomarse un momento de descanso. No obstante, tanto este vicio como las continuas fiestas de fin de semana con sustancias que alteran tu estado emocional, pueden llevar a tu sexualidad por el camino de la amargura.
Los hábitos tóxicos que azotan a la sociedad de hoy en día afectan al equilibrio hormonal y a la capacidad de los vasos sanguíneos. En consecuencia, se ven afectados los niveles de testosterona y la circulación de la sangre y, como podrás imaginar, la erección requiere tanto de deseo sexual como de obligatoriamente una buena irrigación sanguínea.
Por otra parte, el alcohol, que tanto nos gusta y que, especialmente cuando se trata de cerveza, bebemos para sentirnos “más machos”, nos hace, de hecho, en términos biológicos, “menos machos”. El alcohol puede llevar a la reducción de los niveles de testosterona del hombre, al igual que las drogas y el tabaco. Para que lo entiendas, la testosterona es la hormona masculina por excelencia. La disminución de la misma, a su vez, puede derivar en una reducción de la libido y, en consecuencia, en resistencia sexual.
Con respecto al tratamiento, tanto en el caso del alcohol como en el caso de las demás drogas y el tabaco, la única solución consiste en acudir a un psicólogo o a un centro de desintoxicación en busca de programas que combatan estos vicios.
Condiciones médicas
Aunque estas causas son más comunes en los hombres entrados en edad, si padeces obesidad, diabetes o problemas cardiacos de nacimiento, pueden darse daños en los vasos sanguíneos y, consecuentemente, dificultades en la circulación sanguínea, afectando esto a la irrigación del pene y derivando en una poca erección. Consulta con tu médico para que te haga los análisis necesarios en busca de estas enfermedades.
Factores psicológicos
Resulta interesante el hecho de que en las últimas décadas se haya acentuado el número de adultos jóvenes con disfunción eréctil, algo propio de los hombres mayores de 50 años. A la par de dicha condición, se han incrementado también los trastornos psicológicos (véase los trastornos de ansiedad o los trastornos del estado de ánimo como la depresión), el ritmo de vida, el estrés… Por ello, en una gran parte de casos, la disfunción eréctil pasa a denominarse impotencia o disfunción eréctil psicógena y es consecuencia directa de esos desajustes psicológicos de los que muchas veces no somos conscientes. Se tratan de factores psicológicos o interpersonales los que estarían impidiendo que el mecanismo biológico necesario se pusiese en funcionamiento. Ahora bien, ¿qué factores?
Disfunción eréctil por estrés
Nuestros ancestros usaban una parte del Sistema Nervioso, el Sistema Nervioso Simpático, para prepararse para la huida ante una amenaza (p.ej. un depredador). Cuando este se activa, en otras cosas, la sangre se concentra en los músculos de brazos y piernas, en las zonas del cerebro que permiten la evacuación de la vejiga para la liberación de peso, haciéndonos más ligeros y las zonas que incitan al miedo. Todo ello es claramente adaptativo, nos permite sobrevivir. El problema es que nuestro entorno ha evolucionado a pasos agigantados y nuestro cuerpo se mantiene igual. Lo que antes era un depredador, ahora es nuestro trabajo, nuestros hijos, nuestros amigos, incluso nuestros hobbies, nuestra apretada agenda… Ahora respondemos ante todo como si fueran amenazas y, así, surge el estrés constante y trastornos como la ansiedad generalizada.
En hombres, esto se puede traducir en disfunción eréctil pues nuestro organismo tiene recursos limitados. Si el sistema simpático está centrado en escapar del peligro (p.ej. el depredador sería ahora entregar el informe en el trabajo al día siguiente, sin olvidarse de sacar al perro a pasear a cierta hora y que el niño tiene que llegar al colegio media hora antes ese día), concentrando la sangre en las zonas necesarias para el escape y el contra-ataque, facilitando el afrontamiento de la amenaza, entonces, no puede ocuparse de una erección, donde la sangre es necesaria en el pene y en zonas del cerebro específicas para el placer y deseo sexual.
Por fortuna, el tratamiento para la disfunción eréctil en estos casos es eficaz. Consiste fundamentalmente en una intervención psicológica. Deberás buscar a un psicólogo que practique terapias de relajación y técnicas de inoculación del estrés. Organizarte y buscara actividades que te permitan desconectar (p. ej. un deporte, tocar un instrumento), tampoco está demás.
Problemas de pareja
Si hay algo interponiéndose en el bienestar de la pareja, puede que ese algo te esté incapacitando de verla a ella de la forma necesaria para el acto sexual. Se hace evidente especialmente si no has tenido problemas a la hora de tener una erección con otras parejas, con tu misma pareja en ocasiones anteriores o masturbándote. Si tu atención se centra, consciente o inconscientemente, en detalles que interfieren en tu deseo sexual, no podrás disfrutar plenamente de la situación y, muchas veces, no podrás ni prepararte para ella.
Estas circunstancias son de difícil abordaje pues los problemas de pareja suelen resultar complejos y sus discusiones plagadas de orgullo y exageraciones por parte de ambos lados. Lo recomendable es que acudáis cuanto antes a un psicólogo especialista en terapia de pareja.
Consumo excesivo de pornografía
Masturbarse es sano, eso indican los estudios científicos centrados en esa materia. No obstante, en una sociedad donde la oferta de material sexual se da en cantidades mastodónticas, nos hemos convertido en auténticos consumidores diarios de pornografía, especialmente los chicos jóvenes. Así, parece ser, en pocas palabras, que el consumo excesivo de pornografía provoca la pérdida de la libido o deseo sexual.
Así, el tratamiento es sencillo: controlar los niveles de pornografía consumidos. Si esta se ha vuelto una adicción, tal vez se necesite una intervención más profunda como en cualquier otra adicción. Por ello, consulta con un psicólogo para que te guíe en el proceso.
Preferencia sexual errónea
El Sistema Nervioso se activa ante estímulos. Si ves un león, se activará la zona que te permite sentir ansiedad y miedo y percibirlo como una amenaza, para que huyas. Si ves un pastel, la zona asociada al hambre. Si ves algo que para ti es erótico, las zonas asociadas al placer. Por tanto, si estás usando el estímulo erróneo, es lógico que no puedas activarte. Sé honesto contigo mismo y en el caso de que un sexo no sea el estímulo adecuado para ti, considera la opción de que lo sea el otro.
Ansiedad por rendimiento, ansiedad social e inseguridad
Este último punto puede darse porque el chico en cuestión sea alguien con problemas de autoestima, con un bajo autoconcepto, una personalidad insegura y/o con cierta ansiedad social por la cual tenga miedo de ser evaluado negativamente por los demás. No obstante, también puede darse como consecuencia de una primera experiencia de disfunción eréctil a raíz de las causas mencionadas anteriormente.
Todo esto lo llevará a ir al acto sexual con una actitud insegura, con su atención centrada en las altas expectativas que tiene de fracasar, ansioso o nervioso por “no dar la talla”, lo que generará en su mente una serie de pensamientos catastróficos tales como: “¿y qué ocurrirá si no lo logro?”, “¿qué pensará de mí?”, “¿habrá algo mal conmigo?” “seguro que me dejará” o “voy a hacer el ridículo”.
La intervención requiere de nuevo de un psicólogo que permita al individuo tener una visión realista y clara de una situación cotidiana y normal como es el acto sexual. Se necesitará una terapia de relajación para el control de la ansiedad y, en especial, de reestructuración cognitiva, por la cual el sujeto sea consciente de su inseguridad, de su valor como persona igual al de los demás y sus puntos fuertes y débiles, evitando que sobrevalore los débiles y así equilibre su autoestima. Asimismo, es fundamental que la pareja se involucre y le haga ver que lo respeta y lo quiere independientemente de lo que ocurra en la cama y que su opinión sobre él no se deteriorará por ello.
Nota: El contenido de este artículo no intenta reemplazar el consejo del doctor calificado y se dedica sólo a informar e inspirar.
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